Una mirada retrospectiva del consumo de cerveza en España

Una mirada retrospectiva del consumo de cerveza en España

Llega el fin de semana y me gustaría realizar una mirada retrospectiva del consumo de cerveza en España, pero desde la perspectiva de los estilos de cerveza.

¡Cómo hemos cambiado! es la primera idea que me viene a la cabeza cuando me encuentro con varios anuncios de diferentes marcas y me gustaría compartir esta reflexión personal.

Te encuentras anuncios de una marca como la Cruzcampo, muy separadas en el tiempo. La analizas con una mirada retrospectiva y piensas ¿porqué dejaron de hacer estilos diferentes de cerveza y nos abocaron a una monotonía de estilo cervecero con la cerveza pilsen?. Ciertamente todas las marcas acabaron igual, desarrollando la misma estrategia con la elaboración más o menos acertada de una monótona fabricación de estilo pilsen industrial.

Comparando anuncios

Si observamos los anuncios de la Cerveza Cruzcampo, tenemos un anuncio de 1906, poco después de su fundación, que la marca anunciaba orgullosa la elaboración de tres estilos de cerveza: Pilsen, Munich y Pale Ale.

Una mirada retrospectiva del consumo de cerveza en España

Décadas más tarde, vemos otro anuncio en 1990 de la misma marca, que nos quiere dar la apariencia de cervezas diferentes, pero no es más que eso, apariencia. Se trata de la misma cerveza pero en formatos diferentes, especial, en barril o en botella, pero es que no había más que decir en cuanto a estilos.

Seguíamos en esa larga travesía del desierto de los estilos cerveceros en España durante muchas décadas. Todas las grandes marcas de cerveza española estaba en la misma rutina, nos obligaron a esa triste rutina.

La sencilla estrategia comercial

Observo muchos de los anuncios de diferentes marcas en la década de los ochenta y noventa. Grandes cantidades de dinero para convencer al público que sus cerveza es mejor que su competencia.

A día de hoy pienso y creo firmemente en la poca la influencia de esas campañas. Porque al final se dieron cuenta de ¿a quién tenían que convencer para vender su producto?, y no era precisamente al consumidor final, sino al tabernero, al propietario del bar o restaurante, ofreciéndole una buena financiación para su negocio y un precio muy competitivo del barril de cerveza y… listo.

La guerra por ganar cuota de mercado se centraba en tener al mayor número de bares y restaurantes en su lista de distribución. Entonces, era lógico pensar que ganarse al consumidor era una batalla absurda, ¿para qué elaborar cervezas de estilos diferentes?, ¿para qué intentar conocer el gusto de tus clientes o su deseos?, ¿para qué ofrecerle nuevas experiencias?, en definitiva, ¿para qué enamorarles a la marca?.

Y llegó el movimiento cervecero artesanal

Tubo de llegar el movimiento cervecero artesanal tras la crisis económica del 2008, para que, afortunadamente, y gracias a la valentía de muchos cerveceros, se empezara a diversificar y a romper con la monotonía. El concepto de cultura cervecera ganaba fuerza y se empezó a dar color y sabor a nuestras vidas con un producto que parecía no daba más de sí.

Al principio, las grandes marcas no se preocuparon, no se lo creían, consideraban que no dejaría de ser una moda pasajera. Pero el sector de la cerveza artesanal iba cogiendo fuerza y ganando adeptos. Es entonces, cuando, para no quedarse atrás, pusieron toda su maquinaria y su capacidad financiera, además de sus muy experimentados equipos estratégicos de márketing, logística y distribución, para innovar en nuevos productos y ganar cuota de mercado en un sector que se le estaba escapando. Por copiar al sector cervecero artesanal, hasta organizan visitas a la fábrica, montan un museo, tienen su propio taproom con estilos de cerveza que sólo puedes consumir a través de sus grifos instalados in situ…

¡Ahora sí quieren enamorar a sus clientes con la marca!.

Juan Manuel Fernández
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